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10 JUL

Theodoros de Mircea Cartarescu - El libro de los libros

Reseña Mircea Cartarescu . Theodoros
Theodoros de Mircea Cartarescu - El libro de los libros

Para entender “Theodoros” de Mircea Cartarescu (primera novela de este excepcional escritor
rumano), hemos de ser conscientes de todo aquello que él mismo aporta a la literatura
universal actual, como en conversación con sus ancestros y venideras obras.
Estamos estandarizados en nuestras propias lecturas a que todo texto vaya de lo general a lo
particular, con ese requerimiento a vivir una experiencia ya familiar y evitando cualquier tipo
de innovación, eludiendo, sobre todo, cualquier tipo de ruptura en el marco preconcebido y
dejando solo espacio a destellos en los detalles, los cuales solo refuerzan los límites aceptados.
Podríamos poner muchos y muchos ejemplos para escenificar y desarrollar este punto, pero
para nada queremos (ni son obviamente maneras) construir esta reseña sobre la distancia
entre tal o cual autor. Estamos aquí para hablar de Cartarescu, sobradamente conocido por el
mundo lector hispanohablante gracias a la labor durante años de la Editorial Impedimenta y
del minucioso trabajo de su traductora Marian Ochoa de Eribe.
Con “Theodoros” nos encontramos con otra hipérbole literaria por parte de Mircea, que tras
“Solenoide” parecía imposible que nos pudiese sorprender. Habrá voces que declamarán por
la grandeza insuperable de esta última obra, bautizada como “el primer gran libro del siglo
XXI”, y que, por ende, querrán dejar atrás rápidamente la agilidad de una nueva obra maestra
que surge en tierras rumanas. Y hay que subrayar esta última frase recordando lo importante
que es la virtud que tienen algunos escritores de sembrar detalles que se autocompletan,
generando el citado anteriormente marco narrativo, siendo estos detalles totalmente
comprensibles y virtuosos aunque se extrajeran de la obra completa (tampoco vamos a
ejemplificar con otras obras y autores por evitar silencios inmerecidos), característica principal
del escritor rumano. Todo capítulo, gran párrafo, funciona en “Theodoros” como un gran
engranaje, divisible e insustituible sin los que el marco de la obra caería en la deshora,
funcionando el todo como un reloj de infinitas partes.
Por ello las sensaciones estándar aquí no tienen cabida, si no que el curso específico de la obra
funciona por sí misma, esta vez sin caer en la complejidad de “Solenoide” o “Cegador”, pero
requiriendo alejarse de las prescripciones literarias comunes que poco o nada aportan al
panorama literario editorial. No, Cartarescu nunca va a ser predecible ni se acomoda en
modelos. No trata tampoco al lector como un niño al que tiene que guiar de la mano porque
asume que hay interés al otro lado de las páginas. Interés en interpretar la lectura como un
logro compartido: escritor-lector viajan juntos fuera del terreno seguro hacia la audacia y la
desobediencia creadora.
Por ello, esta novela de aventuras, pseudohistórica, de viajes, de amor y soberbia, es otra
grandísima obra de Mircea Cartarescu que sigue su particular tour de forcé por desgranar el
pan de la letras hasta encontrar siempre el alvéolo singularmente desigual e irrepetible donde
yace la magia y la inspiración.
Sí, comprendo que es raro convivir con un autor de estas características. Que puede llegar a
cansar estar escuchando su nombre repetidamente una y otra vez en la boca de todos aquellos
que caemos (bendita caída) iluminados por la escritura de Cartarescu. Si, es así: Cartarescu,
Cartarescu, Cartarescu, Cartarescu, Cartarescu, Cartarescu, Cartarescu, Cartarescu, Cartarescu,
Cartarescu, Cartarescu, Cartarescu, Cartarescu, Cartarescu, Cartarescu, Cartarescu, Cartarescu,
Cartarescu, Cartarescu, Cartarescu, Cartarescu…

Pero cierto es que no señalar la evidencia no es síntoma de estar ejerciendo correctamente tu
propio criterio. Y nada de esto tiene que ver con desmerecer a otras autoras y autores que son
geniales hasta decir basta. Pero Cartarescu con “Theodoros”, una vez más, nos ofrece, nos
regala y comprarte el destello de la VIRTUD. De la VIRTUD bien utilizada, no como la del
personaje principal de esta obra, que os espera para marcaros por siempre.

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